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 Crossed Roads

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Leesya
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Fecha de inscripción : 13/04/2008

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MensajeTema: Crossed Roads   Crossed Roads Icon_minitimeLun Abr 14, 2008 5:54 pm

Fan fict que estoy todavia en proceso de escribir '-' no se si os gustara, trata de Nhyliel, una de "Las Negras" que son el grupo lider de asesinas de Caracachumba. Y bueno, por motivos de un nuevo enemigo tiene que irse a la ciudad enemiga, Ashlandia donde su vida empieza a cambiar bastante.

Aquí os dejo post por post los capis que llevo, asi os liais menos:



~Prólogo~


La sangre corría entre sus dedos. Sus profundos ojos negros miraban el cuerpo yaciente de su victima, allí a sus pies. Su cabello, largo, negro y ondulado, se mecía junto con el suave viento, aquel que hacia llegarle un aroma que ya conocía de sobra y que parecía susurrarle aquello que tanto la perseguía: ‘asesina’.


Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras miraba la luna alzada, una vez más, miró el cadáver de aquella joven muchacha que había osado adentrarse en un territorio enemigo, y con lo cual peligroso: Caracachumba. Los cabellos dorados de la muchacha, ya no estaban junto a su cuerpo, ahora, parte del cabello estaba entre los dedos manchados de sangre de su asesina. Sus ojos permanecían cerrados con la misma fuerza que cuando su atacante la mató. Sin duda, su corazón ashlandés no volvería a latir, ni sus ojos ver la luz rosada que caracterizaba a su reino enemigo.


-Los portadores de malas noticias desde Ashlandia, no sois bien recibidos aquí… -acto seguido, la asesina se tapó con su gabardina y comenzó a andar hacia palacio-.


Siguió andando bajo la oscuridad de la noche, como única luz la luna, como única guía su memoria, como único camino la sangre derramada tras de sí. Conocía perfectamente el camino, incluso era capaz de recorrerlo con ambos ojos cerrados si era necesario, pero esta vez, sus sentidos notaban algo distinto. Había algo que había cambiado en el camino, algo no estaba en su sitio, de pronto, su mano instintivamente agarró una de las dagas ocultas bajo el pequeño pantalón de debajo de la gabardina en un movimiento rápido y se paró a escasos milímetros del cuello de otra persona.


-N-Nhyliel… -la voz a sus espaldas tartamudeó al sentir el cuchillo apresando su cuello con fuerza y rapidez-. T-tranquila por favor… s-soy yo… Adhem…

-¿Qué quieres? No deberías salir del palacio, no a estas horas, y menos por estos lugares. –Nhyliel comenzó a girarse dejando que sus ojos negros se posaran con frialdad sobre los del muchacho de ojos claros y pelo negro que estaba a sus espaldas-. Fácilmente podrías ser presa de cualquiera de esos terribles asesinos que andan por ahí… -soltó una risita evidente a que se refería-.

-Solamente…estaba preocupado… hacía rato que no te veía por palacio y temía que…


Nhyliel le detuvo entrecerrando los ojos con un leve dejo de furia.

-¿Temías que?

-N-nada… -su voz se quebró. Sabía de sobra que Nhyliel no era una persona que permitiera que dudaran de sus habilidades. Se había ganado el respeto y su puesto con una sangre fría increíble. Un puesto de torturadora y ejecutora con sus enemigos sin necesidad de órdenes. Y ella sonrió satisfecha al ver el temor de su, tal vez, querido compañero salir a flote.- He oído que Azurya, -a la cual apodaban cariñosamente, ‘Azu’- quería hablar contigo, será mejor que vuelvas al palacio cuanto antes.

-¿Hablar? –Miró al joven, el cuál asintió y su cabello se meció por el viento-. ¿Sobre qué?

-No estoy seguro del todo. Al parecer tiene algo que ver con la nación enemiga, Ashlandia. Creo que se trata de una misión que tienes que hacer o algo por el estilo. Supongo que Norelia le daría alguna clase de orden estricta.


Nhyliel le miró expectante unos segundos y acto seguido se relamió suavemente los labios en señal de satisfacción.


-Una misión, ¿eh? Interesante… -sus ojos dejaron de posarse fríamente sobre los del joven y miró el camino que conducía al Palacio del Anochecer con el corazón impaciente.- En ese caso, partiré de inmediato hacia allí.

-De acuerdo. Te acompañaré.


Ambos anduvieron por el camino a paso ligero. Nhyliel además de un estilo de lucha superior al de Adhem, poseía también más agilidad y rapidez, y al joven le costaba mantenerse a su lado sin agotar sus fuerzas rápidamente. Ella había sido entrenada personalmente por Azu y Noe, las dos personas más poderosas de Caracachumba. Y se había especializado precisamente en la ejecución. No era igual que su compañera Azu, la cual podría ser calificada como ‘psicópata sangrienta’. Ella era distinta, ella ‘cazaba’ a sus victimas, las torturaba y luego decidía que hacer, según la información obtenida. Pero no por ello, dejaba de ser distinta a Azu o al resto de caracachumbeanas. Ella, era una asesina.


Al poco llegaron al palacio, cuyas puertas se abrieron solo de verla a lo lejos. Y ambos entraron. Ella se fue directa a la habitación de Azurya, la cual la esperaba ansiosamente desde su partida.

-Buenas noches, mi negra, pasa y toma asiento –su sonrisa permanecía en su pálido rostro, al igual que siempre-.

-Hola Azu –Nhyliel le devolvió la sonrisa y se sentó en un pequeño sofá en un lateral de la habitación-. ¿Sobre que querías hablarme?

-Verás, ya sabes que estamos intentando mantener un periodo de paz con Ashlandia, ¿verdad? –Nhyliel asintió-. Pero esto no quiere decir que la guerra haya cesado. Aunque para que nos vamos a engañar, Caracachumba siempre tuvo las de ganar.

Nhyliel rió mientras asentía.

-Todo eso ya lo sabía Azu… ¿Pero cual es el motivo de mi llamada? Adhem me dijo que tenías órdenes sobre una misión para mí. Y me gustaría escatimar en los detalles… -Azu rió al oír su entrega, sabía tan bien como el color de los ojos de la muchacha que la miraba al otro lado de la sala, que estaba deseando empuñar su daga o látigo de nuevo-.

-Ten paciencia mi negra. La misión es simple: la princesa de Ashlandia, Joshuana –pudo observar incluso a través de la distancia, el gesto de breve repulsión de Nhyliel y sonrió mientras seguía hablando- nos ha pedido ayuda. Al parecer hay algo que amenaza su reino y la vida de todos aquellos… seres… o cosas, como quieras llamarlo.

-¿Y? Se supone que somos sus enemigos, que intentemos mantener acuerdos de paz no quiere decir que tengamos que salvarles el pellejo a ella y a su pueblo solo porque sean incapaces de empuñar un arma por miedo a que se les caiga el esmalte de uñas.

-No es tan sencillo visto así… en general lo haríamos, el problema es que nosotros somos parte de culpables. ¿Recuerdas a Diaron y Riselka? -Nhyliel tragó saliva y asintió-. Parece ser que se han hecho un hueco en alguna parte de Ashlandia. Sabes tan bien como yo que ellos dos son nuestros enemigos… Y ya conoces el lema, “los enemigos de mis….”

-“...enemigos, son mis aliados” –Nhyliel terminó la frase y miro a Azurya a los ojos firmemente mientras ésta asentía-. ¿Y que debo hacer entonces?

-Debes ir a Ashlandia, estar así como espía… no bajes la guardia, de todas formas ya sabes que las Ashlandesas son incapaces de ponerte una mano encima, así que no tienes gran cosa de la que preocuparte. En fin, sigamos, tienes que estar allí y averiguar toda la información posible sobre Diaron y Riselka, tratar de averiguar donde se esconden. Ya sabes de su magia y de sus malditas trampas. Conoces sus trucos Nhyli… Una vez averigües lo necesario, solamente vuelve, y ya mandaremos las tropas. Pero jamás, pase lo que pase, te enfrentes sola a ellos. ¿Entendido?

-Sí, ¿alguna connotación más?

-Sí, cuando estés en Ashlandia, participa en todo lo que haga u organice Joshuana. No te preocupes, trata de llevarte bien con ella, lo mismo incluso es buena gente y tal –Azurya no pudo evitar poner los ojos en blanco y reír sarcásticamente tras su propio comentario-. De esa manera les demostrarás que no tienes ninguna intención de atacarles a ellos, si no que vas en son de paz, ¿de acuerdo?

-De acuerdo, haré todo lo posible. ¿Cuándo he de partir?

-Esta noche.
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MensajeTema: Re: Crossed Roads   Crossed Roads Icon_minitimeLun Abr 14, 2008 5:55 pm

~Capitulo 1~



Esa misma noche, con sus maletas y sus armas preparadas para cualquier caso de emergencia, se dirigió al puerto, donde la esperaba un barco con destino a Ashlandia. Tras unos días de navegar, llegaron al puerto de Ashlandia, donde se subió a un carruaje que la mismísima princesa Joshuana había enviado para recogerla. Al cabo de una hora, llegaron al palacio y seguida de un mayordomo que abrió la portezuela del carruaje fue guiada por el intrincado jardín lleno de rosas, claveles, y distintos laberintos y figuras de animales formados con arbustos. Un poderoso olor a césped recién podado y un perfume embriagador pero a la vez demasiado dulce se apoderó de su olfato, obligándola a estornudar levemente por el cambio de olor. Y, antes de que pudiese darse cuenta, la princesa Joshuana saltó a los brazos de Nhyliel abrazándola con fuerza y pavo a la vez.


-NHYLIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEL –la princesa entonaba su nombre como si de una melodía alegre se tratase mientras su cabello rubio y a tirabuzones caía sobre los brazos de la asesina a la que, tiempo atrás había tenido la ocasión de ver en persona-. ¡Gracias por venir! Es un alivio que Caracachumba haya hecho caso de mi carta.

Nhyliel la miró con un leve deje de repulsión pero trató de contenerse tanto como podía.

-Oh, disculpa querida, tal vez no estés acostumbrada a tanta alegría y tanto…

-Dejémonos de formalidades Joshuana…

-Oh, claro –esbozó una sonrisa en la que su pintalabios, a juego con su vestido rosa, brilló suavemente y sus ojos verdosos se entrecerraron levemente con expresión soñadora-. Entremos al palacio y deja tus cosas cariño.


Acto seguido, la cogió de la mano obligándola a entrar tras ella a un salón enorme, decorado con floreros dorados con grandes rosas amarillas y rosadas, alfombras rojas que caían por la escalera con brillantes filitos cosidos en hilo de oro y un tono anaranjado suave por las suaves paredes. De nuevo, aquel perfume embriagador que esparcía la princesa a su paso se apoderó de la estancia. Tras eso, unos criados se llevaron las cosas de Nhyliel a la habitación de invitados, situada en la segunda planta del castillo.

-Acomódate cariño, piensa que estas en tu casa.

-Gracias… -dijo mientras miraba el techo distraídamente-.

-¡¡Oh!! ¡Ya sé! ¿Qué te parecería que organizásemos una
fiesta esta noche? ¡Sería fabuloso!

-Esta bien, vale –sonrió intentando ser amistosa-. Te ayudaré.

-No hace falta querida, ¡los sirvientes se encargarán de eso! Aquí las fiestas son por parejas, te tendremos que buscar uno, hunny –sonrió mirándola con sonrisita de pija inevitablemente-.

-Eh… ¿y tú con quien irás?

-Pues… aún no lo sé, ya lo veré.

-¿Quieres que trate de convencer a Zac para que te acompañe? –Nhyliel la miró firmemente aguantándose la risa al recordar el último fallido intento de cortejo por parte de la princesa hacia su superior Zac, el cual era considerado como el Dios de Ashlandia.
Ella le devolvió la mirada con gesto de sorpresa-

-O-oh… ¿de verdad harías eso por mí? –Nhyliel asintió-. ¡Gracias!


Al momento, la princesa empezó a gritar con fuerza el nombre de su adorado Zacarías. Y al poco, un joven castaño de ojos azules comenzó a bajar las escaleras con cara de sueño.

-¿Qué quieres Joshuana…? –Su voz se interrumpió por un pequeño bostezo-. ¿Qué haces con una caracachumbeana? – sus ojos se posaron sobre Nhyliel, la cual le miraba sin el mejor gesto de sorpresa, ya que sabía bien quien era y no le temía en absoluto-.

-Se llama Nhyliel –puso carita de sonrisa tonta- ¡y es mi súper amiga! Va a quedarse un tiempecito aquí. –Nhyliel asintió-.

-Pero… es de Caracachumba, ¿desde cuando os lleváis bien? –Zac seguía incrédulo, ya que la princesa Joshuana solía sentir la misma repulsión hacia las caracachumbeanas que la asesina de su lado por el color rosa, y ahora, sorprendentemente se encontraban cogidas de la mano-.

-Es por el motivo de la ayuda que solicitamos… ya sabes, lo que tratamos en la junta el otro día –volvió a soltar su risita insoportable y Nhyliel cada vez soportaba menos esa situación-.

-Aja.

-¡Además ya sabes que yo amo a todas las personas del mundo!

-¿Incluso a Mana-sama?

-… -la sonrisa de la princesa se desvaneció al oír ese nombre siendo pronunciado por los labios de su adorado Zachary, ya que ese nombre para ella era como el del propio diablo, el dios de Caracachumba, y comenzó a gritar- ¡¿Cómo dices?! ¡¡¿Qué te esta pasando Zackie?!!

-Pero si lo has dicho tú –Zac se sentó en la escalera sin hacer caso a los gritos de Joshuana-.

Nhyliel interrumpió la conversación.


-Verás Zac, quería hablar contigo.

-¿Sobre qué?

-Preferiría hacerlo en privado, si no es molestia.

-Joshuana, ¿podrías marcharte? –Joshuana asintió y subió las escaleras encerrándose en sus aposentos para tomar un baño-.

-¿Puedo sentarme? –Nhyliel señaló la escalera-.

-Claro. Pero cuidado, Joshuana ha mandado encerarlas y
rociarlas con spray de colonia Amor. Tal vez te siente mal… -rió un poco-.

-Da igual, después de todo tendré que acostumbrarme si tengo que estar aquí, además, sólo es una fragancia, no creo que pase gran cosa por sentarme. –y se sentó-.

-¿Y bien?

-Verás, sabes que Joshuana quiere organizar una fiesta esta
noche, ¿no?

-Sí

-Bueno pues...creo que hay una especie de baile o algo así, no estoy demasiado enterada de vuestras costumbres, y bueno, ya que ella es la princesa, estaría mal visto que ella fuera sola al baile...¿no crees? –Le mira mordiéndose los labios suavemente con una pequeña sonrisa esbozada en sus labios-.

-Aja… ¿A que te refieres?

-A que deberías acompañarla –pudo percibir un pequeño gesto de desagrado en la mirada de Zac al decir eso, pero aun así continuó- tú eres la única persona que está a la altura de hacerlo, se que no estaría bien visto, que ella fuese con un plebeyo a la fiesta, y menos después de saber que aquí el tema de las clases sociales mezcladas no está bien visto.

-Bueno… sí, supongo, entiendo…

-Además, ella te admira mucho, ha dado demasiado por ti durante demasiado tiempo, ¿no crees que es hora de recompensárselo de algún modo? –Zac asintió al oír eso-

-Sí, tienes razón negra, la acompañaré –sonrió y Nhyliel le
devolvió la sonrisa-.

-Prefiero que me llames Nhyliel –dijo ella riendo levemente- me gusta mas que negra.

-Oh vale, Nhyliel, llámame a mi Zac o como quieras, menos Zackie por favor…

-¿No te gusta Zackie? La verdad no me extraña… suena a perro.

-Es demasiado… blondie. –ella rió por sus palabras un poco sorprendida-.

-¿No eres blondie al 100%? –Preguntó sorprendida, a lo que como respuesta recibió una sonrisa de complicidad pero ninguna palabra, y ella comenzó a reír-.

-Está bien, pero no se lo digas a Joshuana, ya sabes que le da por tirarse del pelo cuando se altera, no conviene que vuestra princesa se quede calva. –Zac rió también amistosamente-.

-Tranquila, será nuestro pequeño secreto.


Al poco, Joshuana bajo las escaleras corriendo y se paró en el rellano de encima de donde estaban Zac y Nhyliel hablando. Zac se marchó y Nhyliel subió las escaleras al encuentro de Joshuana.

-¿Sabes? –Nhyliel miró a Joshuana con una leve sonrisa de triunfadora- Zac ha accedido a acompañarte al baile.

-¡¿Cómo dices?!

-Pues eso –Nhyliel no pudo evitar reír al verla así-.

-¡¿Y como conseguiste que aceptase?!

-Fue sencillo, solo tuve que recordarle toda la entrega y
lealtad que tienes hacia él, y automáticamente aceptó
diciendo que tenía razón.

-Oh… ¡mi queridísima Nhyliel!

Joshuana la abrazó con fuerza y muchísimo cariño y Nhyliel correspondió. Pero alguien pasaba en ese momento por allí. Alguien cercano a la princesa llamado Lucas.

-¡¡Alerta Rosa!! ¡La princesa esta siendo acosada por una ‘Negra’! -y acto seguido, comenzó a correr hacia otra parte para llamar a los soldados y guardias-.

-¡¡Lucas no!! –Comenzó a gritar la princesa- ¡Vuelve! ¡No mandes la alerta rosa! –Miró a Lucas que lentamente se detenía para mirar hacia su princesa- Ven aquí, querido mío.

-Si mi princesa… -se acercó hacia donde estaban-.

-Te presento a Nhyliel, viene de Caracachumba.

-E-esta chica… ¿n-no es la del látigo?...

-¿Y tú no eras el ashlandés de pelo negro? –Nhyliel le respondió como si de un acto reflejo se tratase-.

-Oh querida, no le recuerdes ese mal trago… Fue una época oscura en el pasado de nuestro querido Lucky.

-Aja…

-Toma querido, péiname –le dio un cepillo a Lucas y éste
comenzó a peinarla sin poder quejarse si quiera-. Por cierto, dile a las rubias que no se asusten al ver a Nhyli aquí, diles que viene en son de paz.

-De acuerdo princesa. –Continuó peinándola hasta que terminó- Cada vez tienes más nudos.

-Oh... ya sabes que me gusta agitar el pelo querido –de nuevo su risa insoportable resonó por la escalera-. Péinala a ella también, cariño.

Lucas dirigió una mirada a Nhyliel, la cual le devolvió con un poco de recelo, ya que estaba totalmente en contra de sus principios que aquel joven de cabello dorado y ojos azulados como el cielo despejado le pusieran la mano encima. Pero aún así, Lucas encontró el valor suficiente para acercarse a ella y colocarse a sus espaldas, comenzando a cepillarla con suavidad.

-¡Oh! ¡Mira, si le ha quedado un pelo rubio mío ahí! ¡Que guapa! –De nuevo su entusiasmo y pijerío se hizo notar-.

-…. –y sin poder evitarlo, Nhyliel empezó a gritar tras sentir el temor de que aquel pelito rubio estuviera sobre ella hasta que Lucas, riéndose, se lo retiró-.

-Lucky, ¿no sabes que el rubio resalta con el negro?

-Si princesa, pero no querréis que vuestra amiga se sienta mal al tenerlo encima y acceda a usar una de sus terribles armas, ¿no?

-No pero... ¡¡Zackie!!

Zac se acercaba desde el otro lado del pasillo.

-Joshuana, ¿no deberías estar arreglándote para la fiesta?

-¡Oh! Es cierto –acto seguido cogió la falda de su vestido
y empezó a correr como podía por el pasillo-.

-… Esta chica… -Zac suspiró mientras la miraba alejarse-. Nos vemos después en la fiesta chicos.

Nhyliel observó a Zac mientras se alejaba hacia su habitación. No le cuadraba del todo que Zac hubiese dicho realmente que no era tan ashlandés como el resto de la población sobre la que él mismo gobernaba, pero aún así, no quiso darle demasiada importancia. Pero de pronto, sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Lucas.

-Perdona… ¿Cómo decías? No estaba pendiente –se mordió los labios mientras se giraba hacia él esperando que no estuviese del todo molesto, aunque en cierta parte le daba igual que lo estuviera, ya que si no fuera por las circunstancias, ya estaría clavándole cualquiera de su arsenal de cuchillos o dagas-.

-No importa –sonrió tímidamente mientras la miraba a los ojos-. Era que si…querías venir conmigo al baile, ya que Joshuana va a ir con Zac y es siempre por parejas, pues para que no te toque ir con Manolo o alguno de estos gays…

-Ah… ¿pero tu no eres gay? –rápidamente se arrepintió de haber formulado aquella pregunta, tras recordar la sensiblería de los ashlandeses, temiendo que en un arrebato, le diese por llorar. Pero para su sorpresa, Lucas empezó a reír-.

-No, no lo soy, ni tengo intención de serlo. Supongo que eso se debe a que estás acostumbrada a ver a los chicos vestirse de otra manera diferente y totalmente opuesta a como lo hacemos aquí. Entonces, ¿Qué me dices? ¿Vendrás conmigo?

Nhyliel pudo observar un leve rubor en sus mejillas, o eso creyó debido a que no estaba segura por culpa del color de la camisa del muchacho, que no era rosa, si no roja. Para pensamientos de Nhyliel, eso era un ‘gran avance’ para la población ashlandesa.

-Sí, iré contigo. –Trató de no hacerle demasiado caso a la sonrisa triunfadora que no pudo esconder Lucas, pero aun así miro de nuevo hacia el pasillo-.

-Entonces iré a arreglarme, ¡hasta luego!

-Ciao.


De nuevo, una voz chillona apareció en el pasillo. Era Joshuana y tenía la intención de ‘secuestrar’ a Nhyliel para llevársela de compras, a la peluquería, salón de belleza donde las maquillarían y les harían la manicura, además de la joyería, en la que Joshuana trataría de comprar diamantes o algo parecido.
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MensajeTema: Re: Crossed Roads   Crossed Roads Icon_minitimeLun Abr 14, 2008 5:55 pm

~Capitulo 2~



Después de pasar la tarde fuera, volvieron a palacio y se pusieron la ropa. Joshuana llevaba un vestido largo y pomposo en tonos rosas, amatistas y su pelo caía en suaves rizos por sus hombros. Sus ojos verdes quedaban levemente resaltados por la sombra de ojos rosa y sus labios, al igual que siempre, acompañaban al tono de su ropa. Por el contrario, Nhyliel llevaba un vestido dorado ceñido, pero lo suficientemente suelto de caderas para abajo para que la falda se moviese, acompañado de joyas de citrino. El maquillaje era sencillo, dejaba destacar la suavidad de su piel bronceada, sus ojos negros resaltaban bajo el brillo dorado del maquillaje, y se mostraban más profundos que nunca. Su cabello había sido alisado y caía de manera libre, viéndose más largo y brillante que de costumbre. Ahora ya no parecía una asesina sanguinaria, ahora parecía simplemente una chica normal con un poco de suerte, tratando de parecer bonita ante su nueva pareja. De pronto, las llamadas a la puerta de la habitación las sobresaltaron, y Joshuana fue a abrir.



-¡Zackie! ¡Qué guapo estás!

-Que fabulosa estas Joshuana –Zac empezó a reír y la abrazó cariñosamente-.

-Gracias cariño –Joshuana se sonrojó levemente tratando de demostrar modestia-.


Al poco, Lucas llegó también a la habitación. Había ido a la de invitados, pero una criada le dijo que Nhyliel se encontraba en los aposentos de la princesa, por lo que se dirigió allí.


-¡Hola! –En cuanto Lucas entró, el aroma de los perfumes de ellas se mezcló con el de Lacoste-.

-Hola –Nhyliel le saludó sin demasiado entusiasmo aguantándose las nauseas por tanto olor a perfume-.

-Estás oscuramente fabulosa –Lucas la miró con cara de tonto-.

-El dorado no es un color oscuro –Nhyliel le respondió tajante-.

-Oh...l-lo siento.

-No importa –se dirigió a la puerta pasando de Lucas totalmente y salió al pasillo mirándolo distraída-.



Lucas se acercó a ella y la cogió de la mano suavemente para ir a la planta baja y así poder salir al jardín a la fiesta, pero unas voces les detuvieron. Eran Joshuana y Zac.


-¿Cuándo vas a darte un tinte completo, querido? Echarse mechas termina cansando, ¿no crees?

-Me gusta más mi pelo así, tal y como está la verdad.

-¡Ahh! ¡¡Pero no puedes…!!...¡Nhyli díselo!

-¿Eh? ¿Qué le diga el qué?

-¡Que se tiña entero!

-Yo pienso que si él es feliz con su pelo tal y como lo tiene no debe por que cambiarlo, no se, después de todo no es necesario, es el dios de Ashlandia, por un pelo rubio más que menos no va a cambiar nada, se supone que siendo quien es ya es 100% ashlandés así que, eso es lo de menos, es castaño clarito casi rubio, déjale ser feliz así. –Zac sonrió al ver que ella le defendía-.

-Uff… Está bien –Dijo Joshuana rindiéndose-.

-Además lo que importa es que uno sea Ashlandés al cien por cien interiormente, no solo el color de su cabello, porque hay rubias como Azurya que son caracachumbeanas.

-Y por supuesto, tú eres muy ashlandés… ¿verdad Zackie?

-Por supuesto…


Ambas parejas salieron al jardín, donde se oía una música de baile lenta y armoniosa. Había varias mesas grandes con bebidas como sidra, sangría, gaseosas y limonadas. Había también palomitas, chucherías, gominolas, pizza, y demás comida para picotear. Y no sólo eso, algo que no sorprendió en absoluto a Nhyliel, fue observar que todos los invitados no poseían ni un solo pelo negro en su cabeza, todos eran rubios, por lo que por una vez, a excepción del semi-ashlandés Zac, pudo sentirse la más inteligente del grupo.


-¡Cuánto amor! ¡El jardín ha quedado fabulosísimo! ¿No creéis?

-Claro Joshuana, todo es como debería ser, igual que siempre –Joshuana sonrió al oír las palabras de Zac, y él se dirigió hacia la mesa para servirse un poco de sangría-.


Mientras Nhyliel empezó a pasearse distraídamente por el jardín, pensando en la misión. ¿Dónde se escondería Diaron? ¿Es cierto que resucito a su esposa Riselka?... Aquellos pensamientos la tenían consumida. Diaron era fuerte, y ella sabía personalmente a cuanto podía aumentar esa fuerza. Y ella, jamás podría ser una rival para él. Ni para Riselka, la cual compartía la misma fuente de poder que Diaron.


-¡Nhyli! –Lucas se acerco a ella por la espalda agarrándola suavemente por las manos-. Quédate conmigo, el palacio de Ashlandia es demasiado grande y podrías perderte.


Nhyliel sonrió levemente sin prestarle atención. No se enfadó por el hecho de que dudaran de sus habilidades. En realidad, ella ya se conocía de sobra el castillo, tal vez mejor incluso de lo que la propia Norelia, su líder, creía. Y lo más normal tras esa duda hubiese sido ganarse un puñetazo. Pero aún así, no se enfadó con él. Tal vez fuese el efecto de la sidra que tenia en la mano, pero empezó a dejar de importarle el estar rodeada de toda esa gente rubia que solo pensaba en la fabulosidad como carácter.


-Joshuana, ¿Bailamos? –Zac la cogió de la cintura aferrándola a él y la otra mano la puso sobre la de ella para bailar-.

-Claro, cariño.


Ella también agarró su mano y apoyó la mano sobre su hombro bastante ruborizada. Era la primera vez que podía sentir a su Dios tan cerca sin que éste huyese lejos. Sabía que tal vez no fuese para siempre y que solo era debido a que Nhyliel le había convencido, pero eso a ella, en ese momento, no le importaba.


-¿Bailamos nosotros también? –Lucas sonrió a Nhyliel tímidamente esperando una respuesta de ella-.

-Vale –dijo ella con un leve tono de deje en su voz, pero aun así eso no sirvió para que Lucas cambiara de opinión-.


Él la cogió de la cintura con ambas manos, abrazándola suavemente y aferrándola a él mientras miraba nerviosamente sus profundos ojos oscuros, oliendo el perfume de su pelo. Tenía un aroma a azucena, una flor que solo crecía en Caracachumba. Pero aun así, era un olor que él adoraba. Era una de las pocas cosas del continente enemigo que le gustaba. A su vez, ella pasaba sus brazos por el cuello de él devolviéndole la mirada, oyendo la música de fondo que había cambiado a una más lenta que sugería que estarían largo rato así. Lucas empezó a hablar tartamudeando levemente. Mirar esos ojos le ponía nervioso. Pero al mismo tiempo, no podía dejar de mirarlos, por eso cuando comenzó a hablar, era en lo único que se fijaba, mientras la abrazaba cada vez más sin darse casi cuenta.


-¿N-no crees que esta fiesta… es f-fabulosa…? –Nhyliel sonrió al oírle tartamudear. Siempre le había gustado oír a la persona que tiene cerca hacerlo, tal vez porque siempre le recordaba a la sensación de miedo de sus victimas. Pero esta vez sabía que ese tartamudeo era diferente, y eso la hacía sonreír más aun sin saber por qué-.

-Bueno… no está mal la fiesta, es diferente a las de Caracachumba.

-¿Cómo son allí?

-Bueno pues… para empezar, no es por parejas, la gente no baila así, abrazada, más bien se mueven más a lo loco. La música no es lenta, es rápida, con ritmo, y suelen haber conciertos de grupos de rock.

-¿Es cierto que hay muchos tambores y hogueras?

-Hogueras si, pero tambores no. Lo que suelen haber son guitarras eléctricas y baterías además de bajos y algún que otro vocalista ido de la cabeza. –Nhyliel rió levemente al recordar a Ruki, el cantante de un grupo llamado The Gazette, lamiendo el micrófono con el que cantaba en una de sus actuaciones. Lucas sonrió también al verla a ella reír-.

-Entiendo

-Lo que pasa que vosotros tenéis un concepto distinto sobre Caracachumba al que en realidad es. Vosotros pensáis que somos un país pobre y parecido a África, pero son totalmente distintos ambos países.

-Lo sé. No quería ofenderte.

-Tranquilo, no me ofendiste.

-¿De verdad…? –él no dejaba de mirar sus ojos profundamente mientras la música seguía sonando-.

-De verdad… -Nhyliel tragó saliva porque la situación le parecía extraña. O quizás era ella la que se sentía así-.

-Oye Nhyli…

-¿Sí?... –Lucas fue a besarla. Ella pudo sentir la calidez y suavidad de sus labios rozando los de ella suavemente con intención de unirse más aun. La música empezó a cesar. La canción se estaba terminando… y ella se separó-. Voy a…beber algo.

-…V-vale…


Nhyliel se separó rápidamente yéndose a una mesa apartada. Sabía de sobra que eso estaba prohibido. Y no tenía intención alguna de quebrantar las normas de Caracachumba. Además, el era un ashlandés. Y ella les odiaba a muerte. Cada hora, minuto y segundo que pasaba en ese lugar, era una represión y un dolor que sentía al no poder derramar la sangre de cada uno de ellos. Pero era una promesa que había hecho. Ella estaba ahí en son de paz, y para ella, las promesas, eran tan sagradas como el matar a los intrusos del Palacio del Anochecer en Black Hill.


Zac fue a la mesa a por un poco más de bebida. Al principio de la noche, pensó que necesitaría mucho alcohol para poder aguantar a la princesa sin problemas. Pero ahora, conforme más avanzaba la noche y más la conocía, mas fácil le resultaba encontrar las palabras exactas para agradarla. Nunca se había dado cuenta hasta ahora, pero ella era diferente al resto de ashlandesas. Sí, era rubia, esbelta, de piel blanca y ojos claros; de ideales de amor y sueños como los de los cuentos de hadas. Pero tal vez esa manera de estar alejada de la realidad y de hacerla tan soñadora y cariñosa era algo que podría conquistar incluso a la persona mas ruda. Siempre y cuando no viniese de Caracachumba, obviamente. Y eso era algo que a él le llamaba la atención. De pronto, los gritos de Joshuana interrumpieron el pensamiento de Zac, y llamaron la atención de Lucas y Nhyliel que estaban evitándose mutuamente.


-¡¡Se me ha roto el tacón!! ¡Oh Dios mío! –Joshuana sollozaba-. Que gafe…

-Tranquila –dijo Zac mientras la cogía en brazos- te llevaré a la habitación y podrás cambiarte de zapatos. –Joshuana le miró ruborizada ya que nunca antes la habían cogido de esa manera-.

-O-oh…Z-Zac…


Ambos se perdieron entre la multitud rubia que se encontraba en el jardín y subieron las escaleras hacia los aposentos de Joshuana. Mientras tanto, en el jardín, Nhyliel observaba el borde de la piscina sentada en un pequeño banco de balancín con flores y demás plantas trepadoras hermosas rodeando los laterales de éste, mientras sujetaba una limonada en la mano. De pronto una voz arrepentida la sobresaltó.


-Oye…disculpa por el beso de antes. No pensé que fuese a moles…

-Da igual, solo te pido que no vuelvas a hacerlo, es más, te agradecería que te mantuvieses alejado de mí. –Lucas se quedó un poco helado y sin palabras al oír la rudeza de Nhyliel-.

-Pero… ¿por qué?

-¿Por qué que? -Nhyliel posó sus ojos con furia y frialdad sobre los de él, de manera que le provocaron un pequeño escalofrío-.

-¿Por qué eres así conmigo…? En ningún momento te hice nada… -Lucas sin hacer caso a la advertencia de Nhyliel, se sentó a su lado mirándola a los ojos, tratando de mantenerlos y no demostrarle cobardía. Pero ella se echó hacia un lateral del banco ya que sus manos se habían rozado al sentarse el muchacho.-.

-Por que sí, no tiene más explicación. Tú y yo somos enemigos, y son cosas que nunca, no importa lo que pase, cambiarán. Y más te vale aceptarlas cuanto antes. Estoy aquí en son de paz. No atacaré a nadie, pero no porque no tenga la intención de hacerlo, sino porque para mí las órdenes de mis superiores son más importantes que mis propios deseos. –Lucas tragó saliva. Nhyliel le estaba dejando las cosas claras.-. Deberías sentirte agradecido… -Nhyliel tembló levemente-. De no ser por esa orden, en el momento que rozaste mis labios, hubieses muerto.


Lucas le miró tratando de no demostrar ni una leve muestra de arrepentimiento ni de dolor por sus palabras. Sabía que ella le odiaba. Sabía que de no ser por esa orden, ella le hubiese matado desde el momento que se colocó a sus espaldas para cepillar su pelo. Pero eso no le amedrentó. Tenía claro lo que había visto él en ella. Sabía que por mucha sangre que ella derramase de sus congéneres, que por mucha furia que sus ojos demostrasen, había algo más en ella. Algo oculto. No estaba seguro de que podría ser. Pero había una cosa que tenía clara: por muchas dagas que llevara ocultas en su ropa, ella era una persona, y todas las personas, tienen un corazón por muy oculto que éste se encuentre. Y él se había fijado ya una meta, que no era otra que encontrarlo y cautivarlo, de la misma manera que sus ojos profundos le habían cautivado a él. Aún a riesgo de su propia vida.


-No temo a las amenazas, Nhyliel. Se que eres una asesina, pero eso no me da ningún miedo. No eres la primera ni serás la última que me encuentre. –Nhyliel le dirigió una mirada de asombro al escuchar esa contestación salir de sus labios-.

-¿Cómo dices?...

-Lo que oyes. Eres una buena asesina, no creas que no he oído historias sobre ti. Pero parece ser que tú estás siempre tan enfrascada en las historias sobre Caracachumba, que incluso ignoras que los hombres de Ashlandia no somos iguales a las mujeres… Nosotros poseemos determinación. Poseemos valentía y fuerza. Tal vez podamos ser considerados los que ‘pensamos’ o los ‘inteligentes’ como quieras llamarnos. Pero también estamos entrenados. Conocemos el arte de la esgrima, las ballestas, arcos y dagas, tan bien como tú podrías conocerlos. –Nhyliel esbozó una sonrisa satisfactoria-.

-¿Estás retándome Lucas? ¿Acaso quieres que peleemos y discutamos quien maneja mejor una daga o cualquier arma?

-No.

-¿Entonces?

-Sólo te digo que me defenderé si tratas de herirme.

-No tengo por que herirte si mantienes las distancias. –Lucas negó y ella le miró interrogante-. ¿Qué?

-Que lo harás. Pero yo conseguiré algo.

-¿El qué?

-Conseguir mi meta.

-¿Qué meta? –Nhyliel empezaba a sentirse extraña con tanto juego de preguntas. Por una vez se sentía como sus victimas a las que interrogaba antes de degollar o asesinar-.

-Ésta.


Y acto seguido, sin darle tiempo a nada, la abrazó fuertemente besándola apasionadamente de la manera que antes no pudo hacerlo. Sabía que se ganaría una paliza. Se estaba arriesgando a que ella rompiera la promesa hecha a Azurya y Norelia y le atacara. Pudo sentirla forcejeando entre sus brazos. Pero aun así continuó aferrándola a él, abrazándola y besándola con más cariño y suavidad que antes mientras la tendía lentamente en el banco. En sus intenciones no pretendía ser rudo, ni siquiera había maldad. Tal vez Nhyliel debió notar eso, pues se tranquilizó de tal manera que sus manos acariciaron suavemente el cuello del joven que la tenía ‘presa’ entre sus brazos. Cuando por fin el separó sus labios de los de ella a escasos centímetros, sus ojos se encontraron fijamente. No salió una sola palabra de sus labios, ni de los de ella, simplemente permanecieron así, mirándose fijamente sintiendo la respiración el uno del otro.
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MensajeTema: Re: Crossed Roads   Crossed Roads Icon_minitimeLun Abr 14, 2008 5:56 pm

~Capitulo 3~


La luz rosada del sol rozaba sus ojos proporcionándole una luz anaranjada a éstos, que se encontraban cerrados. Un coro de rubias cantaba en la planta baja una armoniosa melodía. Nhyliel supuso que aquí en Ashlandia, eso de ‘despertarse con el grito del gallo’ no era lo más acertado. Más bien el gallo había sido sustituido por esas muchachas que cantaban a grito pelado desde el jardín trasero, despertando con sus chillonas voces a todo aquel con un mínimo de buen oído. De pronto, una musiquilla familiar comenzó a sonar. Se incorporó en la cama con la mano en la cabeza cansada por la fiesta de la noche anterior y miró a su alrededor. La habitación a la luz del sol se veía extremadamente rosa. Dirigió su vista a la mesilla de noche y cogió su teléfono móvil que estaba sonando desde hacía rato.

-¿Diga?
-¡Negra mía! Me tenías preocupada –la voz de Azu sonó al otro lado del auricular-.
-Lo siento, estaba dormida por eso no cogía el teléfono.
-No te preocupes. –de pronto la voz tranquila de Azu pasó a ser un gruñido psicópata-. ¡¡Mátalos a todos!!
-¿Pasa algo? ¿A qué viene eso?
- Uh… a nada, solo es que tengo sed de sangre. –Nhyliel rió-.
-Bueno, hay un chucho por aquí, un caniche, llamado Tinkerbell, la verdad es que le tengo ganas… Allá donde voy lo veo.
-¿En serio? ¿De quién es?
-Es el caniche de Paris Hilton.
-Mmm…
-Bueno, de todas formas no le haré nada. Sólo es un pobre perro. Él no tiene la culpa de haber caído en tales manos.
-Ya, tienes razón –Azu empezó a reír también-. ¿Y que tal tu primer día?
-Bueno… hubo una fiesta y tal, no estuvo mal. Joshuana me obligó a ir con ella a varias tiendas de moda –dijo Nhyli con un tono de molestia- pero aun así me entretuve.
-Agh… en fin. ¿Alguna novedad?
-Bueno… sobre Diaron y Riselka no. Pero sobre Zac sí.
-¡Oh! ¿Cuál?
-Ayer estuve hablando con él. Dijo que no era ashlandés del todo, pero prometimos no decírselo a Joshuana. Podría herir su orgullo. Aunque la verdad creo que a Zac empezó a llamarle la atención su princesita loca. Anoche se fueron a cambiarla de zapatos porque se le rompió y no volvieron en toda la noche.
-Uh… Bueno, me están llegando informes de que una patrulla de la isla de Randomness ha llegado al continente. Desde que no estás aparecen muchos…
-Ya volveré y les cortaremos el rollo, no te preocupes Azu.
-Sí, pero hasta entonces tengo que encargarme yo, aunque bueno, así al menos me desahogo ya que no vienen rubias por aquí ya –Azu empezó a reír- Aunque las echo de menos, ellas son mi ‘carnada’ favorita. En fin, voy a ver que hago con esta gente, llámame si consigues algo de información.
-Vale, ¡suerte negrita mía! –Nhyli rió al decirle eso a Azu la cual también reía-.
-¡Igualmente! –Y acto seguido colgaron el teléfono-.


Nhyliel bajó de la cama y se vistió antes de bajar a desayunar. Más tarde estuvo paseándose por el jardín pensando en como averiguar la información sobre Diaron, la necesitaba cuanto antes, para que no pudiese hacerles un ataque sorpresa. Sin darse cuenta, acabó en el pabellón de entrenamiento para los soldados de Ashlandia. Allí se apoyó contra la puerta mirando a cada uno de los chicos que se encontraban entrenando.

-Patéticos… si esto es lo que tienen como ejercito mal van… -murmuró Nhyliel-.

De pronto su vista se fijo en una flecha perfectamente lanzada que dio justo en el centro de la diana, al lado de otra flecha. Se oyó un vitoreo por parte de los muchachos y ella esforzó la vista tratando de averiguar quien era el tirador. Un muchacho de ojos verdes y pelo largo, de un tono rubio oscuro recibía los halagos con alegría y superioridad. Fue entonces, cuando otra flecha atravesó de improviso las dos anteriores del centro de la diana, creando admiración incluso en la propia Nhyliel. Los ojos del arquero se posaron en los de ella. Sin decir una palabra pero a la vez expresándolo todo con los ojos. Los demás chicos rodearon a Lucas, que fue el portador de esa última flecha certera. Trató de abrirse paso entre los muchachos para ir a buscar a Nhyliel, pero cuando consiguió salir del círculo de muchedumbre, ella ya no estaba en la puerta.

Mientras tanto, Nhyliel se movía por el jardín delicadamente, guiándose por el viento que era lo único que la llevaba, sin prestar atención a nada más. Decidió que si quería encontrar pistas sobre Diaron, tendría que salir del palacio y buscar por el pueblo de Pink Hill. Pero… ¿Y si Joshuana no había informado sobre la situación al pueblo para no crear el pánico? Era lo más probable. Ella conocía bien a los ashlandeses, en el momento que algo les acechaba, el pánico corría en ellos de la misma manera que si les hubiesen aplicado un tinte de color negro en la peluquería. Siguió andando hasta salir del jardín y comenzó a andar por las calles cercanas al castillo. Pero para cuando quiso darse cuenta, unos hombres de cabello rojizo estaban bloqueándole la salida del callejón en el que se había adentrado. Eran unos cuatro o así, la luz le molestaba y por culpa de eso no podía distinguirlos bien. Sin embargo pudo distinguir levemente sus cabellos rojizos y su complexión robusta. Eran altos y anchos de espaldas. Sin duda alguna ellos no eran ashlandeses, debían proceder de Calormen.

-Mira que tenemos por aquí… ¡si es una caracachumbeana vestida de semi ashlandesa! –Los otros rieron levemente y el que parecía el líder se adelantó unos pasos hacia Nhyliel-.
-Qué queréis.
-Mmm… ¿estás intentando hacerte la dura? Venga chica… no nos vaciles. Te superamos en número y en fuerza. No eres más que una ashlandesita tratando de hacerse pasar por una caracachumbeana en toda regla.

Las risas de nuevo sonaron estridentes y huecas en aquel callejón, y ella empezaba a sentirse molesta por lo que la estaban llamando. Eso para ella era un insulto. ¿Pero que posibilidades tenía si no tenía ningún arma encima en ese momento? No era plan de ponerse a dar patadas y puñetazos, simplemente por que por mucha sangre fría que tuviese, ellos podían perfectamente sujetarla y ya matarla o lo que fuese. El sentir como la agarraban fuertemente del brazo y tiraban de ella le hizo salir de su ensimismamiento.

-¡No me vuelvas a tocar! –ella le golpeó donde más le duele a un hombre-.
-Maldita hija de… -el líder se tiró nuevamente sobre ella golpeándola contra el suelo y dejándola aturdida, mientras se sentaba sobre ella dispuesto a asfixiarla ahí mismo por la osadía que, según él, había cometido momentos antes.-.
-Su…el…tame… -las manos robustas del hombre rodeaban su cuello con tal fuerza, que ella sentía como el aire comenzaba a faltarle con rapidez sin importar cuanto tratara de arañarle o resistírsele. Además de eso, el resto de integrantes se acercaron a patearla con todas sus fuerzas.-.

Pero de pronto, un ruido cortante sonó cerca de ella, y el hombre que había sobre ella comenzó a gritar de manera ensordecedora y con el rostro muy pálido. Los demás se apartaron instintivamente. Una flecha acababa de alcanzar su espalda a la altura de los pulmones. Seguramente, quien la tiró no había fallado, si no que lo había hecho a propósito para producirle un encharcamiento de sangre en los pulmones y así, provocarle una muerte lenta y dolorosa. Una ejecución propia de un caracachumbeano. Rápidamente, ella le echó hacia un lado quitándosele de encima y se incorporó. Fue entonces cuando un aroma familiar la rodeó. Era el mismo que el de…

-Deberías ir con cuidado… en Ashlandia, no solo nosotros convivimos. –Él la miró con una leve sonrisa y le tendió una daga, la cual cogió sin dudar ni un segundo y le sonrió-.
-Debí haber supuesto también que aparecerías cuando menos lo esperase.
-Así es, ¿lista? Me gustaría ver tu destreza... asesina. –Volvió a sonreírla con entusiasmo por la pelea y los muchachos de cabello rojizo retrocedieron unos pasos al recordar de quien se trataba la muchacha-.
-Yo siempre estoy lista…

Y tras esto, ambos se enzarzaron en esa pelea que terminó rápidamente con la sangre de los calormenianos derramada. Tal y como él había previsto, las habilidades de ella eran impresionantes, pero él sin duda no se quedaba atrás. Se podría decir que ambos tenían una eficacia en lucha sobresaliente.

-Gracias…
-No las tienes que dar
-Mmm… ¿Puedo compensártelo de algún modo? –él sonrió-
- Tal vez.
-¿Cómo?
-No huyendo de mí. –Nhyliel se quedó un poco parada-. ¿Vale? Es lo único que te pido…
-Está bien. Te debo una Lucas. –Él sonrió de nuevo y la abrazó amistosamente a pesar del recelo que trató de guardarse ella-.
-Hay una máquina de refrescos por aquí cerca, ¿quieres que compremos unos y nos sentemos a tomárnoslos en el parque?
-Vale.

Ella le devolvió la sonrisa y se separaron. Comenzaron a andar tranquilamente hasta la máquina de refrescos donde compraron dos de naranja. De nuevo, anduvieron sin decir nada hasta que llegaron a la entrada del Lunatic Park. Un antiguo parque de atracciones cerrado ya en el valle de Zashley. Se sentaron en el césped de una colina con un riachuelo a sus pies viendo el atardecer rosado.

-Oye Nhyliel…
-¿Si?
-¿Qué fue lo que realmente te trajo a Ashlandia?
-Una misión.
-¿Qué clase de misión?
-Una que me encargó mi superiora.
-Aja… no tendrás planeado matar a Joshuana, ¿no? –Nhyliel le dirigió una mirada de desgana-
-Si quisiera hacerlo, ya lo hubiese hecho. No me hubiese arriesgado a mezclarme en los asuntos de Ashlandia de la manera que lo estoy haciendo.
-Ya... supongo. ¿Entonces?
-Se trata de un mago llamado Diaron y de su esposa Riselka. Hace muchos años vivían en Caracachumba. Riselka era una mujer normal y corriente procedente de Achicoria, y él, Diaron, venía de una familia de magos de Babilonia. No se como se conocieron ni nada, solo se que llegaron un día a Caracachumba y trataron de hacerse con el poder de Norelia, mi líder suprema. Pero el caso es que tras muchas peleas y años de guerra con ellos, conseguimos expulsarlos del continente. Hasta ahora no sabíamos donde se escondían. Pero ahora sí.
-Ashlandia, ¿verdad? –Nhyliel asintió-.
-Diaron y Riselka amenazaron a la princesa con destruir el continente si no se dejaba conquistar por ellos. Obviamente la princesa no iba a permitirlo, pero bueno… ya sabes, tú la conoces mejor que yo. Y bueno, como son también enemigos nuestros, decidimos ayudaros.
-¿Son muy peligrosos?
-Sí, bastante. Si yo me los encontrase, ni por todas las armas que tuviese encima, sería capaz de vencerles sin morir o acabar gravemente herida. Por eso fui enviada aquí para proteger a Joshuana y de paso, averiguar toda la información posible.
-Entiendo… tal vez pueda ayudarte, he visto gente extraña por aquí, además de eso, hay gente en Ashlandia que esta desapareciendo, y los pocos que vuelven, lo hacen de una manera… que parecen cualquier cosa menos ashlandeses.
-Uff… es mejor andarse con cuidado, es posible que hayan sido hechizados, y en ese caso, una persona puede tener perfectamente nuestras mismas habilidades. Esperemos que no le de por querer organizar un ejercito con la gente hechizada…
-Dios… mejor no pensar en eso –Lucas suspiró- ¿Tienes alguna idea de cómo son?
-Sí. Él tiene el pelo azul oscuro, si es extraño lo sé, pero es así, sus ojos son verdes con unas marcas rojizas, alto y delgado, con el pelo largo. Y Riselka, tiene el pelo por el hombro más o menos, los ojos oscuros si no recuerdo mal y un lado del pelo le tapaba media cara… igual que a él creo. No se hace demasiado tiempo que no les veo. Pero por lo general suelen llevar ropas oscuras y feas.
-Ni idea. Tal vez haya algo en las bibliotecas de la ciudad, algún libro de hechizos o algo con lo que sepamos lo que usan y de ese modo poder protegernos, ¿no crees? –Nhyli le miró y asintió-.
-Es posible.
-En ese caso, ¿que te parece si investigamos?
-De acuerdo.

Lucas se levantó y le tendió la mano para ayudarla a levantarse. Una vez ambos de pie, se quedaron mirándose por unos segundos bajo el sol casi puesto, y marcharon hacia la ciudad en un agradable paseo hacia Pink Hill.
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MensajeTema: Re: Crossed Roads   Crossed Roads Icon_minitimeLun Abr 14, 2008 5:57 pm

~Capitulo 4~



Aquella noche, Ashlandia se encontraba sumida en una oscuridad casi absoluta. Joshuana, que para ese entonces se encontraba durmiendo plácidamente en su habitación, no era consciente del peligro que estaba corriendo. Había algo que la observaba, algo entre las sombras. Ella pudo sentir la presencia de ese algo que la miraba fijamente, y sin poder evitarlo, abrió sus ojos lentamente pero para cuando quiso abrirlos por completo, había algo tapándole la boca con furia y una fuerza muy superior a la de ella. Ella en un intento desesperado trató de zafarse de aquello que la aprisionaba clavándole sus afiladas uñas de la manicura del día anterior con los ojos cerrados tratando de gritar hasta que, aquello se desgarró. Abrió sus ojos rápidamente tomando aire, el aire que le había faltado y se encontraba incorporada en su cama de siempre, su cabello rubio caía con gracia sobre sus hombros, algo alborotado y sobre su regazo, yacía una de sus almohadas de plumas desgarradas.

-Uff… -dejó escapar una risita nerviosa- sólo ha sido un sueño…

Acto seguido, volvió a dejarse caer entre sus sábanas y almohadas, pero fue entonces cuando algo la golpeó con fuerza en la cabeza dejándola atontada. Pudo distinguir una figura envuelta en una capa azulada y negra, simulando el azabache, al fondo de la habitación, pero no consiguió verle la cara. Aquella noche, Joshuana iba a empezar a sentir el verdadero terror de su vida.


Un jaleo enorme consiguió sacar a Nhyliel de su profundo sueño, maldiciendo todas las chillonas voces ashlandesas de la zona, mientras que dejaba caer sus piernas sobre el suelo buscando las zapatillas que estaban enterradas bajo una montañita pequeña de libros cogidos de la biblioteca que había ido a buscar la noche anterior junto con Lucas para buscar información. Rápidamente salió al corredor, donde pudo ver a varias ashlandesas gritando y tratando de calmarse entre ellas.

-Debe habérseles acabado el tinte rubio… -bostezó sin poder evitarlo y siguió andando-.

Las rubias siguieron hablando:

-¡Ay! O sea que fuerte no me lo puedo creer… ¡¡esto es súper súper horrible!! ¡¡Es peor que si los tintes rubios se caducasen y te hiciesen tener un color amarillo verdoso charca!!
-¡Sí! ¡Es cierto! Además ese color te haría parecer una ranita en una charca… Jopetas…
-¡Ah! ¡¡No digas eso!! Esto no es nada fabuloso… ¿qué vamos a hacer?
-No lo se cuchi mini mío… si lo supiese sería todo más chachi… ¡Oh! ¡Ya sé! ¡¿Y si hacemos que Zachary vaya a rescatarla en un corcel blanco, como una princesa en apuros?!
-¡Ayyy! ¡Eso seria súper guay! Dios me emociono de solo pensarlo –la rubia se ruborizó-.
-¿A que sí? ¡Yo también!

Nhyliel pasó de ellas, sabía de sobra que las ashlandesas eran como si viviesen en un cuento de Disney eternamente. Pero una voz resonó a sus espaldas y la hizo quedarse quieta en silencio.

-No está.
-¿Eh? –Nhyliel se giró-.
-Joshuana, ha desaparecido. –Lucas la miraba a pocos metros de donde estaba ella-.
-¿Cómo que ha desaparecido? ¿A qué te refieres?
-No estoy seguro… Pero parece que ha sido secuestrada o algo así…
-…
-Encontraron su habitación desordenada y ella no aparece por ninguna parte, llevan desde que salió el Sol buscándola por toda Ashlandia pero… no hay manera de dar con ella.
-Dios… ¿Quién ha podido ser?
-No lo sabemos… Pero hemos podido encontrar un pedacito de tela azabache enganchada en uno de los laterales de la cama de la princesa.
-Tal vez sea del secuestrador y se le haya caído.
-O tal vez solo sea una pista que ha querido dejar él a posta. –Nhyliel le miró extrañada-.
-Es posible, pero en ese caso ¿qué sentido tiene? Es decir… ¿quiere que demos con él?
-Tal vez, es extraño esto.
-Sí –dijo ella con un leve tono de deje en su voz-.
-Por cierto, ¿encontraste algo en los libros que cogiste anoche?
-No… ¿y tú?
-Tampoco –Lucas suspiró-. No viene absolutamente nada sobre hechizos ni sobre la historia de Diaron.
-Ya imagino… por lo que vi al menos en los que yo cogí solo trataban de historias de princesas en apuros acompañadas de conejitos blancos y unicornios en los que su príncipe, obviamente rubio, iba a salvarlas el culo de los líos en los que ellas solas se metían por poseer una ‘gran’ belleza –rió ella con sarcasmo y el también tuvo que echarse a reír por el tono que había usado su amiga-.
-Ya bueno, el noventa por ciento de los libros de la biblioteca ashlandesa son así.
-¿Y para eso me dices que mire allí?
-Pensaba que tal vez encontraríamos algo.
-Ya bueno…
-¿Qué te parece si investigamos algo sobre lo de Joshuana?
-¿Y que vamos a encontrar? Sólo tenemos un pedazo de tela que puede ser de cualquier cosa.
-En Ashlandia no hay telas azabaches.
-¿Estas insinuando que ha sido alguien de Caracachumba? –ella le miró con un poco de rabia al sentir la falta de confianza-.
-No… lo siento, no quería que pensaras eso.
-Da igual, voy a dar un paseo, adiós.
-… -Lucas suspiró- Como quieras…

Nhyliel se alejó rápidamente algo molesta. Empezaba a pensar que Diaron realmente nunca hubiese llegado a dejarse ver del todo, y que todo fuese una trampa de Ashlandia para tratar de eliminar a las Negras culpándolas de algo que no han cometido. Sí, definitivamente, Joshuana debía estar escondida en alguna habitación riéndose superiormente por sentir que se está volviendo inteligente.

-Nah… demasiado rebuscado para alguien como ella.

Aunque no estaba segura del todo de lo que decía. ¿Y si realmente no eran simples tontas de bote? Nunca se sabe que sorpresas puede dar la gente.


-Hombre… por fin la princesa abrió sus ojitos –la voz de un hombre rió gravemente-.
-Hm… ¿dónde estoy?...-Joshuana abrió sus ojos lentamente aun con el cuerpo dormido, mirando alrededor-.
-No creo que eso sea de mucha importancia ahora –el hombre se colocó delante de ella sonriendo malvadamente-.
-¿Qué…? –Joshuana exhaló aire- ¿Qué quieres de mí?... ¿Para que me has traído aquí?
-Lo cierto es que nada en especial. Simplemente quitarte del medio. –Joshuana se asustó-.
-¿Insinúas que quieres matarme…?
-No, por el momento no, solo eres un cebo parte de mi plan. Pero tranquila princesita, tarde o temprano tu corazón también olvidará su pulso.
-¡Eres un bastardo! ¡Tonto! ¡Idiota!
-Jajaja ¿sólo sabes decir eso?

El hombre se acercó a ella dejando ver su pálido rostro y se quitó la mascara que llevaba.

-Eres… -Joshuana temblaba- Diaron…
-Vaya vaya, la rubia se vuelve lista –una voz chillona y maliciosa de mujer se dejó sonar en la habitación-.
-Eso parece, Riselka.
-¿Quieres que os deje a solas, príncipe?
-Él no es un príncipe, únicamente es un idiota feo que se tapa la cara con una máscara por no repugnar a todo lo de su alrededor. Lástima que seas tan ciega Riselka, no sabes lo deforme que es. –Joshuana recibió una bofetada de ambos a lo que respondió con un grito-.
-Maldita zorra… en fin, hazla callar Riselka.
-Como gustes, cariño.

Riselka se acercó a la princesa propiciándola un golpe fuerte que la dejó inconsciente de momento.

Nhyliel se quedó sentada en un rincón del jardín molesta, cuando de pronto, las nubes empezaron a volverse negras y a llover.

-Genial… lo que faltaba –suspiró-.
-Toma un paraguas.
-¿Estás en todo eh? –Lucas la miró sonriendo-.
-Eso parece.

De pronto una nube de color pálida empezó a tomar forma delante de ellos. Y allí en menos de dos minutos, se pudo distinguir la figura de Diaron entre esa masa.

-Hola mis queridos amigos… ¿Cómo estáis?
-Diaron… -Nhyliel le miró alterada tratando de ocultar todo su nerviosismo-.
-¿Qué quieres?
-Nada… pasaba a saludar únicamente. Habéis estado muy ocupados buscando a vuestra princesita por todas partes, ¿no es así?
-¡¿QUÉ SABES TÚ DE ELLA?!
-Tranquila gatita… Vuestra adorada princesa está conmigo.
-Así que fuiste tú… -Lucas miraba la figura con asco-.
-Sí. ¿Algún problema? –Diaron sonrió extrañamente-.
-Devuélvenosla. –Diaron empezó a reír por unos segundos-.
-No
-¿Qué ganas teniéndola allí? ¡No la soportas!
-Gano más de lo que crees mi querida Nhyliel. Y ahora… si queréis volver a verla, tendréis que hacer lo que yo os diga.

Nhyliel tragó saliva mirando a Lucas sin saber que decir.

-El qué.
-Id al sur de los Montes Decolorados antes de que salga la primera estrella. Una vez allí podréis vislumbrar el camino que tendréis que seguir.
-Y que pretendes con eso, ¿alejarnos del palacio? No somos tontos Diaron.
-No no preciosa… simplemente podréis ver a vuestra princesa. Hay una torre al fondo del camino. Allí está ella. Hacedlo o si no… ¿debería recordaros que la vida de vuestra princesa pende de un hilo tan frágil como el pelo de una extensión barata?
-…Está bien. Iremos.
-Perfecto.

La nube se esfumó y Lucas suspiró.

-¿Qué vamos a hacer Nhyliel?...
-Ir supongo… ¿Qué otra opción tenemos?
-Es una trampa seguro.
-Lo sé.
-¿Por qué no llamas a Las Negras?
-Porque en venir desde Caracachumba hasta aquí se tardan mínimo 4 días si tu velero es lo suficientemente rápido y no hay corrientes marinas.
-En fin… Vamos al establo. Los Montes pillan lejos y será mejor que nos demos prisa. Es más de medio día ya.
-Vale.

Ambos fueron a los establos tan rápidos como pudieron y se subieron a los caballos. Salieron de Pink Hill y se encaminaron hacia donde habían quedado.

-Falta menos de hora y media para que salga la primera estrella… ¿Crees que llegaremos a tiempo?
-Espero que sí…
-Oye Nhyliel
-¿Sí?
-Siento mucho lo de esta mañana. No quería ofenderte…
-Tranquilo, no tiene importancia. Después de todo es muy normal que hubieses sospechado de nosotras.
-Ya pero aun así… No quiero estar mal contigo, me gustas y…
-¿Cómo? –Nhyliel le miró un poco aguantando la risa-.
-Q-quiero decir que… me gusta… eh… estar contigo y…. bueno… yo… eh…

Lucas tartamudeaba y Nhyliel no pudo reprimirse la risa por demasiado rato más de verle ruborizado.

-A mi también me agradas. Más de lo que deberías.
-¿De verdad? –Nhyliel asintió mirando el camino por el que galopaba y Lucas sonrió-.
-Ya falta poco, son aquellos de allí, ¿no? –Nhyliel señaló unas montañas que curiosamente, estaban nevadas por la parte de abajo y por la parte del pico estaban de roca. Como si simulasen la raya negra del cabello desteñido cuando no se le aplica tinte durante un tiempo.

Al poco rato bajaron de sus caballos esperando a que saliese la primera estrella. Cuando ésta lo hizo, un camino dorado comenzó a visualizarse entre las montañas, y cuan más largo era, más oscuro se volvía. Ambos subieron de nuevo a su caballo, dejando atrás toda la luz que podía reinar en cualquier lugar propio de Ashlandia.
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MensajeTema: Re: Crossed Roads   Crossed Roads Icon_minitimeLun Abr 14, 2008 5:57 pm

~Capitulo 5~


Conforme más se adentraban por ese nuevo camino abierto por la magia de Diaron, más oscuro y siniestro se volvía todo. No parecían estar en ningún rincón de Ashlandia. Parecían haber viajado a un lugar a millones de kilómetros de distancia de allí en tan solo un segundo. Las nubes oscuras no permitían que la luna saliese a iluminarles el camino, y las flores podridas y secas yacían inertes en los alrededores del camino. Los caballos iban con inseguridad por un terreno arenoso y que parecía ser frágil, y al fondo, tras una gran montaña, se podía distinguir el pico de una torre completamente negra que por culpa de la débil luz, parecía lucir un leve tono rojizo-sangre en algunas partes de sus paredes.

-Nunca antes había visto esto…
-Yo tampoco… estoy acostumbrada a ver parajes oscuros, pero no de esta manera…
-Será mejor que nos adelantemos, no quisiera estar aquí por mucho más tiempo.
-De acuerdo.

Ambos hicieron relinchar a sus caballos y acto seguido, comenzaron a correr más rápido que antes por aquel camino frío y negro que se perdía entre la bruma nocturna. A las horas de un cansado viaje, consiguieron llegar a los inicios de la torre. Allí, entre ellos, un puente de piedra negra les separaba de la torre sobre un lago de hielo que estaba a más de 2 kilómetros de profundidad desde el puente. La cruzaron con rapidez, temiendo que por cualquier tipo de magia o simple debilidad el puente se viniese abajo, y tan pronto como quisieron darse cuenta, la puerta de la torre comenzaba a abrirse lentamente frente a ellos. Ambos bajaron de sus caballos y se adentraron dentro de la torre.

Frente a ellos se abrió una sala muy amplia pero completamente a oscuras, donde se podía distinguir un enorme cuadro sobre una chimenea al fondo y dos escalinatas en los laterales de la curvada habitación. De pronto, las luces se encendieron y Joshuana apareció en lo alto de las escaleras completamente inconsciente.

-¡¡Princesa!!
-Oh dios, jodieron a la rubia….digo… ¡Oh Dios!... ¡¡JOSHUANA!!
-La princesita no dejaba de molestar con sus inútiles insultos de niña de cinco años.
-¡¿Qué le has hecho desgraciado?!
-Oh, nada, Riselka simplemente la durmió, pero no os preocupéis, aun está vivita.
-¿Para que nos has hecho venir aquí, Diaron? –dijo Lucas tajante-.
-Quiero que me entreguéis el poder de Caracachumba y Ashlandia.

Ambos rieron y dijeron al unísono ‘no’.

-¿Cómo que no…? Ahora con Joshuana en mi poder Ashlandia está completamente a mi merced.
-Igualmente no lo haremos, no mientras haya gente inteligente allí.
-Oh… no lo dirás por ti, ¿verdad querido Lucas?
-Obviamente sí.
-Tan egocéntrico como el resto de ashlandeses… que podía esperar.
-Al menos no es un ser patético, como tú.
-Deberías cerrar esa boquita Nhyliel. No querrás arrepentirte de decir nada, ¿verdad?
-En este mundo de lo único de lo que me arrepiento es de no haberte clavado una daga en la cabeza cuando tuve la oportunidad.
-Tuve…quise…podía… Pero no lo hiciste.
-Igualmente, lo podría hacer ahora. –Diaron comenzó a reír-.
-¿Ah sí?
-Sep. Ahora danos a Joshuana y listo.
-No lo haré.
-Afff… eres cansino ¿eh?
-Por lo que veo, no vais a colaborar, ¿no?
-Exactamente.
-Muy bien… En ese caso supongo que tendré que hacer lo que tenía planeado desde un principio. –dijo Diaron mientras desenvainaba su espada-. Pero no os preocupéis, os devolveré a Joshuana.
-Estate atento Lucas…
-Sí… tranquila…

Pero de pronto, sin previo aviso, Diaron lanzó su espada como si de una lanza se tratase en dirección a Nhyliel, y ésta, solo tuvo el tiempo justo para abrir su capa y llevar una de las manos a la empuñadura de una de sus armas, justo antes de que Lucas se interpusiera en su camino tirándola al suelo con él encima.

-Jajaja –Diaron reía desquiciadamente-.

Fue entonces cuando Nhyliel pudo observar el pálido rostro de Lucas sobre el suyo apretando los dientes, y como la sangre comenzaba a fluir del pecho del muchacho resbalando sobre el de ella lentamente. Ella comenzó a gritar alterada al comprobar como la espada de Diaron había atravesado a Lucas y éste cada vez se debilitaba más.

-Nhyli… -su voz sonaba tan débil…-
-Tranquilo…cálmate por favor…todo irá bien…
-Te quiero…

Su voz se apagó y sus ojos se cerraron lentamente terminando de caer sobre ella, y justo en el momento que terminó de caer, sus labios quedaron apoyados sobre los de ella en una especie de último beso. Nhyliel comenzó a temblar al ver que aquel ashlandés del que había comenzado a enamorarse yacía muerto sobre ella y en un ataque de furia, se levantó apretando con furia la empuñadura de su espada y salió a correr en dirección de Diaron con todas sus fuerzas propiciándole un golpe seco y mortal. Pero sus ojos no podían ver lo que creía estar viendo, y antes de que pudiese salir de su ensimismamiento, Diaron había parado la hoja de la espada con un solo dedo sonriendo y la agarró del brazo murmurando algo tan flojo y rápido que Nhyliel era incapaz de escuchar. Sintió como su brazo comenzaba a arder por dentro, no emanaba ningún fuego de él pero no dejaba de sentir ése dolor, por lo que no pudo evitar el comenzar a gritar. Diaron la lanzó contra una de las paredes dejándola atontada y comenzó a acercarse a Lucas para coger su espada del cuerpo frío del muchacho. Los últimos recuerdos de Nhyliel fueron el de su voz gritando a pleno pulmón y a Diaron acercarse con la espada en alto.
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MensajeTema: Re: Crossed Roads   Crossed Roads Icon_minitimeLun Abr 14, 2008 5:58 pm

~Capitulo 6~


Cuando Nhyliel despertó, estaba en su habitación del palacio de Joshuana, rodeada por Azurya, Norelia, Reito y Joshuana.

-Ah… ¿Dónde…?... –Nhyliel estaba desconcertada-.
-Querida… Gracias por lo que hiciste, de veras. –Joshuana la miraba entusiasmada y la abrazó de pronto con ganas-.
-¿Joshuana…? Estás bien, ¿verdad?
-¡Claro! ¡Y todo gracias a ti mi querida Negra! –Joshuana la abrazó más fuerte pero ésta dejó escapar un pequeño grito de dolor y la apartó-.
-¿Qué pasa, Nhyli? –Azu la miraba desde la parte baja de la cama-.
-Mi brazo… me duele… -Nhyliel miró su brazo y de pronto recordó lo sucedido. Pudo observar la quemadura en forma de mano que Diaron le hizo después de matar a Lucas, y automáticamente sus ojos se en lagrimaron sin poder evitarlo-. Voy a…
-Nhyli… -Joshuana la miró con pena- seguro que Lucas no quiere verte llorar… -Nhyliel apartó la mirada sin decir nada sobre el estado de Lucas y se bajó de la cama-.


Tan pronto como se bajó se despidió de las chicas de la habitación y se fue al jardín. Necesitaba despejarse, tratar de no pensar como esa estúpida trampa había acabado tan fácilmente con él. Pero Joshuana había regresado. No sabía como lo había hecho, ni siquiera como había vuelto al castillo de Ashlandia, pero el caso es que ahí estaba, y eso era lo importante.

-Nhyli está rara, ¿no crees Norelia? –Azu estaba sentada en la cama mirando el suelo pensativa-.
-¿Creéis que dije algo que pudo herirla? –Joshuana se llevó un dedo a los labios confundida-
-Es posible –dijo Norelia- Tienes la absurda capacidad de hablar de lo menos conveniente en cada momento.
-Uh…
-Tal vez si buscamos al Lucas ese Nhyli se alegre de nuevo –dijo Reito mientras se subía en la cama-.
-Yo más bien creo que debió pasarla algo con ese muchacho –Norelia se colocó al lado de Azu-.
-Pero no es normal que Nhyliel actúe así solo por un simple muchacho, y menos ashlandés. –replicó ésta última-.
-Que Nhyliel sea una de Las Negras no quiere decir que no pueda tener sentimientos, ya sabes, los polos opuestos se atraen.
-¿Eso quiere decir que vosotras me queréis? ¡¡Chicas eso es fabuloso!! ¡No! ¡¿Qué digo?! ¡Fabulosísimo! –Joshuana abrazó a lo lapa a Azu, la cual actuó con un empujón como acto reflejo-.
-No me toques, rubia –Azu la miró con cara de indiferencia pero a la vez con un leve tono cómico en la mirada mientras Joshuana empezaba a lloriquear por el planchazo recibido-.
-De cualquier manera –Reito se puso de pie sobre la cama mirando sus armas a la luz del sol de la ventana- Joshuana es la única que estuvo ahí donde Nhyli, ¿No recuerdas nada?
-Lo cierto es que no, sólo recuerdo leves gritos pero eso es lo único.
-Uff… Entonces tal vez sólo tengamos que dejarla sola.
-¿Y si le ha pasado algo a ese muchacho? –Dijo Azu un poco preocupada-.
-¿A Lucky? ¡Espero que no! Ese chico es adorable…
-Quien sabe…


Nhyliel caminaba por los jardines mirando el suelo desganada. No podía borrarse de la mente lo sucedido. Deseaba más que nunca matar a Diaron para hacerle sufrir lo que el sufrió, y luego permitir que Riselka tuviese ese dolor que ella sentía y esa impotencia por no haber podido protegerle. Realmente, se sentía más Negra que nunca. La tristeza y dolor se veían eclipsados por momentos por la rabia y el odio, por la ansiedad y la impotencia, por los gritos y el silencio, por las lágrimas y la frustración.

Siguió andando hasta ir a parar a la sala de entrenamientos, donde observó con detenimiento y nostalgia a cada uno de los luchadores esperando encontrar la sonrisa de él en alguna parte.

-Si por lo menos hubiésemos podido darle un entierro digno… -Nhyliel suspiró y salió de allí. Pero un hombre se acercó a ella.-
-Muchacha, ¿por qué no entrenas con nosotros? Hemos oído que eres una buena guerrera, y nos gustaría probar.
-Ahora mismo sería incapaz de tomarme esto como un simple entrenamiento.
-Por favor… le vendrá bien, se la ve estresada.
-Bueno… está bien.

Nhyliel entró de nuevo en el pabellón uniéndose a los demás muchachos entrenando. Tratando de no pensar en nada, imaginando que cada uno de sus contrincantes era Diaron y a cada cual le daba el merecido que buscaban al enfrentarse a ella. Siempre de una manera diferente. Eso la reconfortaba, en el fondo de ella necesitaba liberar esa rabia por algún sitio. Y sin duda ese era el mejor método.

-¡Nhyliel! ¿Qué haces ahí? –Azu la observaba desde la entrada del pabellón y Nhyliel se acercó respirando agitada por el entrenamiento.-
-Simplemente estaba descargando tensiones. –respondió ella seria.-
-Nhyli… ¿qué sucedió? No es propio de ti que de pronto te comportes así.
-Le mataron.
-¿A quién?
-A Lucas… el chico ashlandés. –Azu suspiró y Nhyliel apartó la mirada-.
-Lo suponía… Lo siento mucho Nhyli.
-Pienso matar a Diaron por esto.
-Lo sé. Créeme, todas te ayudaremos en esto.
-Gracias.

De pronto uno de los lacayos de Joshuana se acercó a ellas.

-Señoritas, la princesa Joshuana Melanie II solicita que vayan de inmediato al salón principal, es de extrema urgencia.
-De acuerdo. Enseguida vamos.

Azu y Nhyliel se dirigieron al salón principal, que estaba decorado con una chimenea al fondo, muchas velas y dos escaleras a los laterales con un techo altísimo y dibujos decorando éste último. Cuando llegaron, Joshuana realmente tenía aspecto de pánico en su rostro.

-¿Sucede algo Joshuana? –Azu se acercó a la mesa donde estaban el resto de Negras-.
-¡Sí! ¡Es horrible! Más del noventa por ciento de la población de Ashlandia ha desaparecido… Sólo quedamos los que estamos aquí en el castillo.
-¿Pero qué…? ¿Qué pudo haber provocado eso? –Nhyliel se acercó extrañada escatimando cada detalle de la sala-.
-No lo se… ¡Ojala lo supiese!
-Pero es que la gente no puede desaparecer así sin más. Tiene que haber algo que lo haga.
-¿Creéis que Diaron tendrá algo que ver en esto? –Preguntó Reito-
-Es posible –continuó hablando Norelia-.
-De igual manera, ¿qué haremos?
-No sé… Pero tiene que haber algún modo de impedirlo. ¿Tú que opinas Nhyliel?
-¿Eh? –Nhyliel salió de su ensimismamiento. Aquella sala la ponía nerviosa.- ¿Qué dijiste?
-Que tu que opinas, que piensas que deberíamos hacer.
-No lo se Norelia, estoy tan ignorante del tema como tú.
-Será mejor que nos vayamos a investigar. ¿Hay algún dato de interés? ¿Cómo llegaste a donde se encontraba Diaron?
-En los Montes Decolorados hay un camino oculto que se abre antes de que salga la primera estrella.
-En ese caso por hoy ya no podremos ir a mirar… Ya la luna incluso esta alzándose en el cielo.
-Es peligroso de igual modo.
-Lo sé.


Cada una se fue por donde había venido menos Nhyliel que se fue directa a su habitación donde se encerró. Allí se tumbó en la cama y abrió la ventana para poder observar la noche desde la almohada. Las horas pasaron y de pronto, las gotas de lluvia empezaron a salpicar su cara sin compasión, colándose por la ventana abierta y no pudo evitar abrir los ojos para secarse la cara con la sabana. Tan pronto como se incorporó para cerrar la ventana, pudo observar en la entrada del jardín una especie de figura fantasmagórica que se parecía demasiado a Lucas. Alarmada, se puso sus botas rápidamente y salió al jardín en busca de la figura. Pero cuando llegó, ésta ya no estaba.

-Maldita sea… todo ha sido una simple ilusión… -Nhyliel se tapó la cara, pero un ruido de un trueno la hizo sobresaltarse y al mirar hacia delante pudo observar a la figura que había visto desde la ventana alejándose por los laberintos del jardín.- ¡¡Espera!!

Nhyliel comenzó a correr tratando de alcanzar a aquella figura sin importarle la lluvia que estaba empapando su camino y ropa, sin importarle que los truenos golpeasen cerca de ella con toda su furia. Cuando quiso darse cuenta, había cruzado el puente del castillo y se encontraba al otro lado agitada. Fue entonces cuando la figura se paró en seco señalando detrás de ella. Tragando saliva, con el miedo a flor de piel, Nhyliel se dio la vuelta observando aquello que la figura señalaba. Y de pronto, comprendió bajo las nubes negras que rodeaban todo, el motivo de que estuviese nerviosa en aquella sala. Frente a sus ojos se podía observar el castillo de Ashlandia, completamente carecido de color. Las nubes negras le otorgaban la oscuridad suficiente para amedrentar al más valiente, la tenue luz de la luna hacía parecer la pintura de sus rosadas paredes sangre. A los pies del camino en el que estaba, la lluvia había enfangado la arena y los rayos habían quemado parte de las plantas que había alrededor de él. Sin duda ninguna ahora lo comprendía. El motivo por el cual había llegado al castillo de Ashlandia con tanta facilidad la noche anterior, era por que la torre de Diaron y el palacio, eran el mismo lugar.
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MensajeTema: Re: Crossed Roads   Crossed Roads Icon_minitimeLun Abr 14, 2008 5:59 pm

~Capitulo 7~



Le costaba ver bien lo que sus ojos le mostraban. Pero allí estaba, la torre de Diaron. No comprendía nada. ¿A qué se debía este enorme cambio del castillo durante la tormenta? Dirigió su mirada hacia atrás, tratando de buscar alguna respuesta en la figura que la había llevado hasta allí. Pero cuando miró, ésta ya no estaba. Armándose de todo el valor posible, volvió a cruzar el puente adentrándose en el castillo. Cruzó los jardines que ahora se veían marrón pálido, con las hojas carcomidas. Los charcos de agua cruzaban de un lado a otro el sendero del jardín y algunas de las baldosas se habían levantado del suelo por culpa de algunos rayos que habían caído. Se adentró en la habitación principal observando cada detalle, viendo las dos escalinatas de los laterales en la oscuridad únicamente iluminadas por el leve fuego de la chimenea. Entonces aquel aroma familiar, ese perfume que la había acompañado durante su estancia en Ashlandia volvió a llenar su olfato. Ese perfume que solo pertenecía a una persona. De pronto, sintió la presencia de alguien en lo alto de las escaleras, y antes de que pudiese reaccionar, éste saltó abajo cayendo de rodillas y cubriéndose levemente con una capa. Lentamente, se fue incorporando, con una sonrisa maliciosa en su rostro mientras apartaba la mano de la empuñadura de su espada.

-No puede…ser… -Nhyliel miraba atónita.
-Volvemos a encontrarnos… Nhyliel –el muchacho sonreía malvadamente mientras la miraba de arriba abajo-.
-¿Lucas…?
-Así me llaman, sí.
-Pero… ¡Diaron te mató! ¡¿Cómo es posible?!
-Jajaja pero que ilusa eres… ¿realmente crees que Diaron me mató? ¡Caíste de lleno en el plan!
-¿Cómo dices…?
-¿Nunca te paraste a pensar en las cosas verdad, Negra?
-A qué te refieres.
-¿Nunca te preocupaste por que siempre aparecía en el momento más oportuno, el por qué sabía cosas que no debía, ni por qué actuaba con tanta seguridad sobre Diaron?
-… ¿No estarás diciendo que…?
-Así es. Siempre estuve a las órdenes de Diaron. Nunca llegamos a pensar que sería tan fácil distraerte de tu cometido. Pero fíjate… ¡aquí estás! ¡Sola! Y desarmada… -Lucas volvió a sonreír maliciosamente y empuñó su espada con maestría acercándose a la desarmada Nhyliel-. ¿Unas últimas palabras?...

Nhyliel no podía creerse lo que veía. ¿Todo había sido una mentira? Realmente se sentía estúpida. No podía ser que hubiese sido tan fácil manipularla. De pronto, todo se le estaba viniendo encima. Entonces Lucas se aproximó a ella tratando de asestarle un golpe mortal, pero ella, dejando ver sus verdaderos sentidos, se apartó cogiendo una de las lámparas de cobre en un intento de usar algo para defenderse de los ataques de la espada de Lucas. Éste se acercaba a ella en un ataque frenético de demencia, tratando de acabar con su vida dolorosamente. Pero Nhyliel no se lo permitía. Algo en ella la impedía querer luchar, pero sabía también que Lucas no cesaría hasta ver su sangre en el suelo, y no tuvo más remedio que ponerse a luchar contra el. Rápidamente se zafó de la gabardina que llevaba dejándola a un lado para que no la molestase y así poder tener una libertad de movimientos mayor.

-Veo que por fin te lo tomas enserio… -Lucas sonreía sarcásticamente.-
-Antes de nada… Dime algo, ¿cómo es posible que el castillo y este lugar sean el mismo? –Lucas rió sin poder evitarlo-.
-Esto es otra dimensión creada por Diaron. Lo que ves no es más que el futuro de Ashlandia, esto es lo que será dentro de poco. ¿Recuerdas las desapariciones? Todos están aquí. Y ahora todos tienen sed de sangre… puedes verlos tu misma –señaló uno de los ventanales.-

Ella se acercó al ventanal sin bajar la guardia, donde se veía un pueblo desolado por las llamas y el terror. Donde la gente no parecían más que simples zombis bajo las órdenes de Diaron con una sed de sangre mil veces mayor que la de ella.

-Pronto todo será de Diaron… y todas moriréis.
-Eso habrá que verlo.

Nhyliel se abalanzó sobre él tratando de golpearle con la lámpara, pero Lucas bloqueó el ataque y ella aprovechó para darle una patada en el estómago haciéndole caer cerca de la chimenea. Entonces, Lucas más furioso que nunca se levantó del suelo golpeándola con toda su fuerza dejándola atontada en el suelo. Alzó su espada observando cada centímetro de la erizada piel de Nhyliel. Observando sus profundos ojos que aún no podían creerse lo que estaban viendo.

-¿Algo que decir?...
-Hazlo ya… sólo eso… -Nhyliel cerró los ojos. Sentía vergüenza de sí misma, pero no se sentía con el ánimo suficiente para contraatacar.-
-Como gustes. –Lucas alzó más su espada, dispuesto a dejarla caer con fuerza sobre ella-.
- Te quiero… -Nhyliel lo susurró de manera que sólo los labios dejaron ver las palabras, pero no escucharlas-.

Lucas le devolvió una mirada mordiéndose los labios en un alarido de rabia dejando caer la espada sobre ella, pero justo a dos centímetros de su cabeza, la espada se paró en seco y Lucas la arrojó a un lado de la sala, llevándose ambas manos a la cabeza gritando de dolor.

-Parece ser que el joven se resiste, Diaron –murmuró Riselka desde lo alto de la escalera, observando la pelea.-
-Eso parece… no me puedo creer que haya sido capaz de resistir mi magia, ¿Qué demonios le pasa a éste ashlandés? –gruñó molesto-.
-No lo se… pero hasta ahora el lavado de cerebro y los recuerdos implantados nunca habían fallado. ¿Crees que se puede deber a haber tratado de modificar los recuerdos recientes sobre ella?
-Es posible… en cualquier caso, si esta magia no le ha hecho tanto efecto, es posible que la de resurrección tampoco y que no tarde en morir de nuevo.
-No deberías jugar a ser Dios… Está bien que le hubieses devuelto la vida, pero... ¿no crees que estás pasándote Diaron? –Él le dio una bofetada increíble y ella se llevó la mano a la cara aturdida y dolorida- ¡¿Por qué has hecho eso?!
-Cuando te resucité a ti no pusiste ninguna queja.
-Pero…
-Vamos dentro, no me preocupa eso. Pronto mandaremos el ejército a la verdadera Ashlandia y todo quedará destruido.
-Está bien…

Ambos se adentraron dejando atrás la sala donde se encontraban ellos dos. Lucas seguía gritando agonizando mientras caía al suelo retorciéndose frente a una sorprendida y desconcertada Nhyliel.
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